Todos buscamos una imagen socialmente aceptada, pero… ¿lo hacemos por salud o por estética?
Cada día veo de forma más generalizada una insatisfacción por la imagen corporal de las personas que asisten a consulta.
Por definición de imagen corporal encontramos: “representación simbólica que una persona hace de su cuerpo”, y el concepto de simbólica es esencial ya que en muchas ocasiones no tiene nada que ver cómo nos describimos, (ya que entrarían en juego las emociones y estas sabemos que nos pueden hacer pasar malas rachas), a como somos realmente.
En algunos casos se puede intuir esta disconformidad por esa ausencia de salud, personas con dificultades en realizar sus acciones cotidianas: subir escaleras, hacer la compra andado, caminar 15 minutos seguidos o recoger unas monedas del suelo, en estos casos es común que se sientan a disgusto consigo mismas y vengan con unos objetivos claros de mejorar su calidad de vida.
Pero en otros muchos casos encontramos personas, en su mayoría mujeres, que se describen de una manera tan diferente a lo que mis ojos ven, que en ocasiones pensaría que me están hablando de otra persona.
Tras mucho pensar y valorar el por qué de esta situación tan común, he visto 4 factores comunes en la mayoría de los casos:
- Alta exigencia personal: en cualquier actividad a desarrollar: trabajo, casa, familia, deporte, no se acepta el hacerlo, solo vale la perfección.
- Personas influenciables por la sociedad: cuando las opiniones de tu entorno pasan a tener un mayor protagonismo en tu vida y dejamos a un lado nuestra propia opinión.
- De carácter negativo: es común ver como solo se describen negativamente sin aportar nada positivo sobre ellas mismas o sus vidas en general.
- Con múltiples programas: han probado muchos métodos para llegar a conseguir esos objetivos impuestos por su entorno, sin pararse a pensar si realmente es lo que quieren o si les hace feliz.
Además de estos factores, debemos sumar que tenemos un entorno y sociedad enfocada a mandar mensajes de manera directa hacia las mujeres sobre su apariencia, y eso de manera repetida en el tiempo nos hace mella.
¿Queréis ejemplos?
Que si la mujer debe tener unas proporciones de 90-60-90, los famosos ticket de farmacia donde escriben que una mujer tipo debe pesar 55 kilos (ya nos hace ver que todas las que estamos fuera y lejos de ese peso somos “atipo”), anuncios de productos dietéticos dedicados a conseguir ese vientre plano que toda mujer debería de tener (Modo ironía al máximo), o pesas de 1 kg de color rosa dedicadas a las mujeres que entrenan fuerza 😒
Todas estas señales que nos mandan los medios de comunicación o escaparates o las típicas expresiones de un familiar o vecino: “estas en carnes”, “deberías de bajar unos kilos” o “cierra la boca que te estas poniendo muy gorda” y el reconocimiento de la delgadez como símbolo de salud y belleza, nos hacen caer en un bucle de frustración constante, ya que nunca conseguimos alcanzar esa perfección tan idealizada.
Desde mi opinión personal siempre hago estas preguntas:
- ¿estás orgullosa de las acciones que estas realizando?
- ¿de verdad quieres tener ese cambio tan radical?
- ¿Cuánto tiempo piensas mantener esas pautas tan restrictivas en el tiempo?
- ¿ese número de la báscula te va a generar felicidad?
Cuando se valora todo desde una perspectiva global y desde el pensamiento propio de cada persona, vemos que nos dejamos llevar sin pararnos a valorar si es lo que queremos.
No hay que conformarse con la imagen corporal que tenemos si no nos gusta, claro que no, pero tampoco debemos estar frustrándonos y azotándonos hasta que consigamos esa nueva versión de nosotras mismas, ya que sería agotador tanto en lo mental como físico, además de totalmente innecesario.
Cambiar hábitos para conseguir la mejor versión de una misma pero siempre aceptando nuestra imagen actual y sin necesidad de rechazo.
Todo puede llegar en cuestión de tiempo, constancia, trabajo y adherencia; mientras llegas disfruta del camino 😊.
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